Una mujer se muerde la uña del dedo índice de la mano izquierda compulsivamente, mientras su esposo la contempla. Después de unos minutos él le dice:
- Has estado mordiéndote mucho esa uña.
- Ya sé. Ya tiene rato que tengo la manía.
- ¿Ah, sí? Y, ¿para qué lo haces?
- Tú no entiendes. La pregunta no es para qué sino por qué.
- Vaya. Pues dime por qué.
- No lo sé.
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