martes, 25 de marzo de 2008

El despilfarro del amor.

A cada paso que doy, voy amando. Amo a mi almohada que me abraza en la mañana y a mi perro que me busca para mordisquear mis brazos. No tardan los minutos para amar al agua caliente que me baña y a la toalla tibia que me seca. Me derrito en amor. A mis amigos amo sin condiciones y a mi mujer por sobre todas las cosas, la amo porque en ella están todas las mujeres de la tierra, en una sola, para mí.
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Y amo porque así es el modo en el que voy conociendo al mundo, al caminar por las banquetas, al correr por la calle o sentarme a observar a la gente en cualquier plaza. Ése es el modo en el que voy amando a todo lo que me rodea, porque soy yo mismo. Porque me veo reflejado en el estudiante que se va de pinta, así como en la señora que decide entre cientos de aguacates y en el hombre que con semblante serio, revisa sus estados de cuenta en el cajero automático.
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A veces me descubro con una amplia sonrisa ante un niño que arma un berrinche en x restaurante. O riéndome con la gente que está a un lado como si yo también estuviera en su conversación. Me gusta. A mí me encanta amarlo todo y sentir amor por todo.
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Es por eso que si me orino en la banqueta es adorable. Por eso sonrío cuando escucho de los decapitados de allá y los accidentados de aquí. Por eso me importa un bledo si continentes se separan o se juntan. Yo sólo me dedico a mirar, a disfrutar y por supuesto, a amar.

lunes, 10 de marzo de 2008

En espera...

Uno siempre está (bueno, al menos yo) en espera de que le lleguen ideas maravillosas para compartitlas con el lector, ese ente extaño que aparentemente se da a la tarea de indagar lo que a uno le da por pensar, sin embargo, es curioso que entre más se hace el esfuerzo por exprimir un poco esa limitada materia gris y sacarle algo de jugo, el trabajo se vuelve más extenuante y simplemente no sale nada. Es como tratar de aderezar una ensalada con limones secos.
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Es por tal motivo que no he publicado tanto como quisiera. Me gustaría que las ideas me salieran a borbotones, tener una hemorragia de pensamientos y que frases hermosamente construidas y elaboradas salieran en desbandada de mis manos hacia mi humilde (pero sincero) blog.
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Lo mejor o peor de todo, dependiendo desde qué perspectiva se observe, es que basta con que uno empiece a agarrar fuerzas, inercia e inspiración para que suene el teléfono con alguna señora con voz de viejecita vendiendo servicios de fumigación. Y todo empieza de nuevo. Media hora viendo la barrita parpadeante que se queda quietecita como diciendo: '¡a ver a qué hora cabrón!'
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Pero bueno, ésta es mi vida y ésta fue mi decisión que en buena hora se me ocurrió. Abrir un blog para hablar de cosas de las cuales no tengo idea, con argumentos que desconozco y a intervalos que francamente quisera no fueran de mi incumbencia. Si alguien sabe de lo que estoy hablando le agradecería una ligera mueca a modo de sonrisa lastimera. Ya no les quito más tiempo.