lunes, 9 de febrero de 2009

Ser Nube

Estoy lleno de lágrimas.
Ya estoy regresando hacia donde me espera una realidad que no quiero vivir, hacia una soledad que no quiero cargar. ¿Quién pudiera ser humo para desvanecerse bailando en alegres volutas? ¿Quién pudiera ser nube y viajar constante y apasible mirando al tiempo hacer lo suyo?

No me vendría nada mal tenderme sobre la hierba y esperar a que pase el invierno. Despertar en flor en primavera con el sol ardiente y una brisa suave con eternos resplandores.

Por eso digo que quiero ser nube para sacar todo este llanto y perderne a lo lejos empujado por un viento de ternura y esperanza. Encontrar una montaña para descansar y de ahí descender hacia un nuevo comienzo.

Convertirme en árbol a la orilla de un río y acompañar cantando a las aves del olvido. Saciar mi sed y después ser río para correr veloz serpenteando y remolineando, ser caudal desbordante, jugar entre las piedras, besar los labios de mujeres bellas y bañar a niños con alegres sonrisas.
Llegar al mar y cubrirme de misterios y leyendas, escuchar las canciones que los osados marineros entonan en cubierta entre sal y espuma y ahí mismo ser melodía y llegar susurrante a las costas revoloteando en alegres tonos. Disfrutar una metamorfosis de arena y ocultar pisadas, sueños y efímeros amores.

Transformarme en sendero y formar caminos hasta encontrar a la mujer de mi desdicha para convertirme en viento y depositar en sus labios mi último beso y mi último suspiro. Se empieza siendo nube, cada vez más ligero, cada vez más etéreo. Se termina siendo llanto, una parte humedad, otra parte precipicio.


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