miércoles, 4 de febrero de 2009

Cuarto Creciente

Ya sospechaba que esa mujer sería una mala pasada. Tenía la virtud (no sé cómo llamarla) de mirarme y hacerme saber que su atracción, deseo o lo que fuera, era sólo un amable engaño para tenerme embebido de su feroz apetito. Pero disfrutaba sus momentos. Sobretodo me gustaba sentir cómo se levantaba sobre la punta de sus pies para aferrarse a mi cuello y regalarme un beso largo. Y qué decir de sus canciones, para ella todo se podía expresar con melodías. Cientos de ellas. Todo un río de mensajes cargados de fragmentos de todo tipo de canciones. Una mujer llena de mentiras, de las buenas, si es que existen. Prefería soltar una de ellas con tal de librarse de un instante incómodo o incluso lo hacía para confundirme, irritarme y después burlarse de mí al compás de una caricia de consolación. Aprendí a quererla y me obligó a olvidarla. Me dejaba acercarme y sentirme cómodo para después huir despavorida riendo a carcajadas. A pesar de que fue sólo un párrafo no muy largo, tuvo sus anécdotas memorables y muchas sonrisas bien merecidas. Por todo lo demás, hoy es cuarto creciente pero ya sólo falta un lunes para mi luna llena. Sólo un lunes.

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