viernes, 20 de noviembre de 2009

Lo que sé de Dios.

Nos encontramos compungidos, incongruentes, deshechos. ¡Perdemos tanto! La noción. El sentido. Perdemos afecto, las conclusiones, el piso. Perdemos sobriedad, amistades, lágrimas y sueños. Nos perdemos en conjeturas, en el pasado, en el presente, perdemos el futuro. Ganamos miedo. Lo dejamos entrar en nuestras vidas y de pronto nos damos cuenta de que toda nuestra vida es miedo. Temerosos caminamos. Afligidos nos matamos. Nos entregamos al sarcasmo de la existencia y nos damos cuenta que estamos solos.

Cuando hemos perdido todo. Cuando ya no queda nada. Nos percatamos de que sólo nos queda Dios. Silencioso nos contempla. Nos juzga sin decir nada. Nos enfrenta a nosotros mismos. Él ahí crucificado pero siempre con los brazos abiertos. Y lloramos inconsolables.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dios no nos juzga, mas bien, lo q has sentido es el reflejo de ti mismo...lo sabes. suelta tus miedos y evita dejar pasar lo más valioso de tu vida... Este momento.